Violencia interior que nos protege de la violencia exterior
imagen: "Epifanía" de M. Antúnez Roca. Fuente: fundación telefónica.
El proceso de la escritura, siempre esquivo, siempre a punto de romperse, es un buen camino para pensar y pensarnos. Este es un grato artículo que puede develar algunos misterios.
La palabra de la poesía reniega del dominio. Desde la mayor disponibilidad y apertura, persigue ser. No se ofusca en vincularse a una realidad jerárquica, sino en fundar mundo, presencias que den testimonio subjetivo así del júbilo como del lacerante costado oscuro de la vida. Y lo hace a partir de una experiencia emocional y de lenguaje, porque es bien sabido, como expresara Wallace Stevens, que “las palabras de un poeta son de cosas que no existen sin las palabras”, palabras creadas mediante un proceso de “violencia interior que nos protege de la violencia exterior”. Palabras que nos salvan y nos condenan en una indisoluble amalgama de pasión e inteligencia, de inocencia y fatalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario