Arte poética
La vivienda del poeta es el cielo, siempre atravesado por un rayo, el que logra irrumpir dentro de su cáscara y hacer que, brevemente, triunfe el movimiento.
Nací sin brillo, pero supe escribir antes del primer llanto. Así construí mi palacio demencial, a lo lejos escuchaba la voz de mi madre y el aire se volvía tan espeso.
Quise nacer de otro cuerpo, de un cuerpo de princesa, no de un cuerpo de luto. Ahora ella vive en el cielo de los cristianos, no sé con qué ánimo; pero en sueños le grito para que se vuelva a morir.
Yo sigo en mi palacio, cada vez más estrecho, cada vez con más brillo.
María Barrientos.
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