¿QUIÉNES SALEN POR LAS NOCHES EN BUSCA DE SANGRE?
El ídolo nuestro era Drácula, Vlad Drácula.
Hasta Frankestein había nacido de un entretenimiento para un grupo de amigos.
El Quemado me preguntó si sería divertido estar haciendo sólo el mal, ante lo cual dudé. En el tren de vuelta a casa, mamá vive en las afueras, eufemismo para decir que se recluyó en un barrio cerrado y exclusivo, me enteré que un ladrón había tirado abajo del tren a una mujer para robarle la cartera y que teníamos que bajarnos hasta que sacaran el cuerpo.
(Los vampiros pierden el libre albedrío con una sola mordida. Esto es de crucial importancia, porque desde ese momento están destinados al mal).
La juventud debería estar ligada con la felicidad, pero si quieren saber cómo nosotros no la encontrábamos, piensen en esto, lo único que conseguíamos la mayoría de los días era meternos en una especie de limbo-tumba, se diferencia de estar muerto en serio en que sabés que se puede salir.
Los sábados íbamos a un lugar que se llamaba el Declive: parecía un ataud lujoso. Como si fuese una trampa la entrada era que podría haber sido de un asilo o de un convento. No había que abrir las ventanas, aunque ya no se pudiera respirar por el olor de los cuerpos, porque una persona una persona de seguridad se acercaba rápidamente para impedirlo, y es que tales ventanas eran falsas.
(CONTINÚA)
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